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Miércoles 15 de Julio de 2020

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Conociendo el agua de riego

pH, dureza, salinidad, toxicidad.

El verso prosa “Sin Agua No Hay Vida” y es muy cierto.

El agua es un compuesto que está muy relacionado a la vida. Gracias a sus propiedades físico – químicas tiene un papel muy importante como disolvente de muchas sustancias y constituye el medio en el cual se dan innumerables reacciones bioquímicas.

Es un componente esencial de toda célula. En las plantas es el componente mayoritario, con un 80 – 90 % del peso fresco en herbáceas y más del 50 % en partes leñosas. Es muy importante para poder cultivar nuestras plantas y por ello es necesario conocer algunas características o componentes que se encuentran disueltos en el agua que utilizamos. Los aspectos más importantes a tener en cuenta son el pH, la dureza, la salinidad y la toxicidad de ciertos elementos presentes, ya que esto redundará directamente en los resultados de nuestras cosechas.

El pH

Nos indica la acidez o alcalinidad del agua. Indica el Potencial de Hidrógeno y mide la actividad de los iones hidrógeno expresados en términos logarítmicos presentes en el agua, considerando una escala de 0 a 14, donde 7 es neutro.

Los cultivos se han adaptado en rangos de pH entre 4 y 9; sin embargo, la mayoría prefiere rangos entre 6 y 7.

El pH del agua determina la solubilidad y disponibilidad de los elementos químicos nutrientes para las plantas, y está infuenciado por la presencia de sales y bicarbonatos disueltos.

LA DUREZA

Se define como la concentración de cationes metálicos no alcalinos (principalmente magnesio y calcio) presentes en forma de carbonatos o bicarbonatos y se expresa en equivalentes o ppm de carbonato de calcio.

Si bien es cierto que el calcio y magnesio son nutrientes esenciales de nuestras plantas; sin embargo, un exceso o desequilibrio de estos nutrientes puede producir alteraciones en los cultivos.

La presencia de bicarbonatos en el agua tiene un efecto tampón o amortiguador respecto a las variaciones de pH. Por lo tanto, a mayor cantidad de bicarbonatos, tendremos que utilizar mayores cantidades de ácido para modificar el pH del agua hasta lo requerido, pudiendo tener como consecuencia un incremento de sales como nitratos y fosfatos. La alternativa de corrección de pH sin salinizar es la utilización de ácido cítrico.

En aguas de riego muy duras, con contenidos de bicarbonatos que superan la concentración de calcio y magnesio en el agua, estos bicarbonatos precipitarán el calcio y magnesio del suelo, volviéndolos no disponibles para las plantas y generando un incremento en el balance sodio / calcio + magnesio.

Si utilizamos en el riego aguas con dichas características por períodos prolongados, terminaremos con altos contenidos de sodio, elevado pH y bajos contenidos de calcio y magnesio disponibles. Por el contrario, si utilizamos agua de riego desmineralizada u obtenida por osmosis inversa es recomendable regular el pH añadiendo calcio y magnesio al agua en una proporción 2:1, hasta una conductividad eléctrica aproximada de 0.5 mS/cm.

LA SALINIDAD

La salinidad es la medida de la cantidad total de sales disueltas en un volumen de agua.

En el agua de riego existe cierta cantidad de sales que son añadidas a las que ya existen en el suelo y las plantas extraen algunas de ellas en distintas proporciones; el suelo y el agua tienen diferentes tipos de sales por lo que conviene diferenciar entre la salinidad del agua de riego y la salinidad del suelo. Por lo tanto, la cantidad de sales que hay en el suelo depende de la que aporta el agua de riego y de lo que extraiga el cultivo.

El efecto que produce una alta concentración de sales en la zona de raíces es que la planta absorbe menos agua, se deshidrata, se produce plasmólisis y en caso extremo la planta muere.

La salinidad del agua de riego se puede medir de dos formas:

  • La concentración que existe de cada una de las sales analizadas. Lo más usual es que se exprese en miligramos por litro (mg/L) o en miliequivalentes por litro (meq/L).
  • La Conductividad Eléctrica (EC), que mide en realidad la cantidad de corriente conducida en el agua por la presencia de iones. La conductividad eléctrica suele expresarse en deciSiemens por metro (dS/m), miliSiemens por centímetro (S/cm), o en milimhos por centímetro (mmho/cm) y a una temperatura determinada, siendo las tres unidades equivalentes.

Una vez que se ha determinado la conductividad eléctrica, el Total de Sólidos Disueltos (TDS) en g/L (gramos por litro) se puede calcular con la siguiente fórmula:

Total de Sólidos Disueltos (TDS) = 0.64 x Conductividad eléctrica

Según la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación) indica el riesgo de producirse problemas de salinidad según los siguientes límites en contenido de sales:

Riesgo de salinización del suelo según la conductividad eléctrica o el contenido total de sales del agua de riego expresada en dS/m y el valor del contenido total de sales en g/L.

Ningún Riesgo por debajo de 0,7 dS/m y 0,45 g/L Riesgo Moderado entre los valores de arriba y los de abajo. Riesgo Severo por encima de 3 dS/m y 2 g/L.

LA TOXICIDAD

En el agua de riego pueden presentarse ciertos elementos en pequeñas cantidades que resultan tóxicos para las plantas, causando daños en el desarrollo de los cultivos y produciendo reducción en los rendimientos.

Algunos de estos elementos que podrían causar toxicidad son el sodio, el cloro y el boro.

El sodio tiene un efecto fitotóxico, que es más perceptible en ciertas especies de plantas sensibles a este elemento. Además, tiene un efecto dispersante por las características propias de la distribución de sus electrones. Cuando la concentración de sodio es tres veces mayor a la del calcio, el efecto dispersante desagrega el suelo y altera la estructura de este, disminuyendo la aireación en la zona de raíces y la velocidad de infiltración del agua.

El cloro es un elemento esencial para las plantas, pues participa en la fotosíntesis y mantiene la turgencia de las células. Sin embargo, ligeros incrementos de este elemento pueden producir toxicidad sobre todo en plantas sensibles, produciendo quemadura del borde de las hojas. Se considera que por encima de 345 mg/L de cloruros el riesgo de toxicidad es elevado para la mayoría de las plantas.

El boro es otro de los elementos esenciales para las plantas, pero en niveles elevados (> 2 mg/L) puede producir toxicidad por lo que es recomendable revisar la concentración de este elemento en el agua para evitar problemas en los cultivos.

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